Esperanza espera, I


Si hay algo peor que los romances de verano, que llegan tan veloces, despuntando en pálidos y tenues rosas por el cielo, que duran lo mismo que un domingo soleado, lleno de luz y con su propia canción, y que terminan escapándose de entre los dedos, desvaneciéndose convertidos en viento de septiembre y sombras; es que ni siquiera lleguen.

Y ella lo sabe… Sabe lo que es no poder probar el húmedo sabor de unos labios que prometían ser suyos, sabe lo que es no tener la oportunidad de tocar una piel con la que sueña noche tras noche, sabe lo que es desear con cada centímetro de su ser sentir su voz contra su cuello… Ella lo sabe muy bien.

Y así, ella espera a que eso ocurra… Espera, desesperada, a que el móvil le cuente lo mucho que él la extraña y le transforme los escalofríos que él le prometía día a día en forma de palabras. Y espera, desesperada, contándose las pestañas y calculando cuántas hacen falta para que un deseo se cumpla. Y espera, desesperada, con sus manos que juegan a ser las de él. Y espera, desesperada, en la cama, intentando atrapar tímidos y plateados hilos de luz que se filtran por las rendijas de la persiana. Hasta que, cansada, cae rendida y justo cuando el sueño empieza a hacerse dueño de sus párpados se promete a sí misma que esa será la última vez que le espere. Sin embargo, en sus sueños, mientras vuela por sus sábanas blancas, le busca, le ansía, le desea… Y le encuentra. Y se besan, y se abrazan, y se quieren.

Con la visita de los primeros rayos de luz sobre su piel, vuelve a recuperar esa esperanza de encontrarle. Ella, que aún sintiéndose ridículamente adolescente, sigue esperando…  Porque como ella dice: la esperanza lleva implícita la palabra esperar, señores. En sus planes no está otra cosa que no sea esperar. Y así lo hace: espera… Espera nada más abrir los ojos. Espera en la clase de física. Espera mientras charla con sus amigas. Espera con el viento enredando su cabello. Espera cuando el sol se despide. Espera en la cama. Espera en las sábanas. Espera con Oniria. Espera con Insomnia. Espera cuando sueña. 





Pero sobre todo, espera con todas sus fuerzas, que el frío de diciembre congele su nombre y los vientos se lo lleven muy lejos, a él y a su recuerdo.


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